Alberto López Serrano 1983 |
Alberto López Serrano
Nació en La Libertad, El Salvador, Centro América, el
sábado 8 de enero de 1983. Es profesor de idioma inglés y de matemáticas. Es
miembro de la Fundación Cultural Alkimia y desde 2007 es coordinador de los
“Miércoles de Poesía” en la peña cultural de Alkimia y Los Tacos de Paco, en
San Salvador.
En este mismo espacio ha presentado lecturas y homenajes
a poetas de El Salvador e internacionales, así como eventos bilingües y
babélicos especiales de poesía. También ha participado en lecturas en
diferentes instituciones educativas básicas y superiores, centros culturales,
festivales de poesía, cafés literarios y concentraciones públicas en calles y
plazas. Entre ellos: Festival Internacional de Poesía de El Salvador 2004 y
2010, Simposios Rubén Darío en León de Nicaragua, Feria del Libro de Guatemala
2009, Festival Internacional de Poesía de Costa Rica 2010, Encuentro de
Escritores en Tarija-Bolivia 2011, eventos en Lima, Perú, entre otros.
En 2007 fue publicado “La Nave que Falta” (Alkimia
Libros, San Salvador). Luego “Cien Sonetos de Alberto” (Alkimia Libros, 2009), “Y
Qué Imposible No Llamarte Ingle” (primera edición Editorial La Cabuda
Cartonera, 2009; segunda edición Editorial Equizzero, 2011), y “Montaña y otros
poemas” (Editorial Equizzero, 2010). Además, aparece en las antologías
“Madrugada del siglo XXI” y “Retornos: Taller Literario Serpientemplumada”.
Para esta entrada en Poesía, Alberto amablemente nos cedió parte de su material que ahora compartimos.
El mundo libre no me deja amarte
en este mar de cuerpos lujuriosos,
y mi rostro con ojos jubilosos
sabe mil versos de la piel sacarte.
Dos palabras me bastan para darte
los placeres y al mundo decorosos
ojos mostrar, y hablar tan silenciosos
que a ti el estruendo llega a sonrojarte.
Sin abrirlas, mis alas te despliego.
Sin tocarte, mis labios te acarician.
Sin verte, robo de tus ojos fuego.
Por estos mares que en pudor se envician,
se aleja el cuerpo la distancia leve,
y nadie mira que el pulgar se mueve.
YA
TENGO LA ILUSIÓN Y LA CAÍDA
I
¡Inútil
ofrecerte yo mis labios
si
seguiré inventándome tus besos
como
ensayar de labios en espejos
y
limpiarles saliva con las manos!
¡De
qué me sirve, entonces, el latido
que
feliz me arrebola y me sacude!
¿De
qué me sirve, entonces, esa nube
que
tiende mi ilusión que te confío?
¿Que
no es como un jardín que me florece
y
sin poder oler con qué fragancias
se
ilumina el contorno de mi cara?
¡Quizás
inútil sea!... ¡Quizá a veces
espero
tanto el Alba de tus labios,
Distancia" termina:
Por estos mares que en pudor se envician,
se aleja el cuerpo la distancia leve,
y nadie mira que el pulgar se mueve.
YA TENGO LA ILUSIÓN Y LA CAÍDA, I, así:
¡Quizás inútil sea!... ¡Quizá a veces
espero tanto el Alba de tus labios,
y ya en la espera se llegó el ocaso.
Por estos mares que en pudor se envician,
se aleja el cuerpo la distancia leve,
y nadie mira que el pulgar se mueve.
YA TENGO LA ILUSIÓN Y LA CAÍDA, I, así:
¡Quizás inútil sea!... ¡Quizá a veces
espero tanto el Alba de tus labios,
y ya en la espera se llegó el ocaso.
MONTAÑA
III
Llega tarde el
viento… y los labios me tiemblan fijos como rocas en el río. Largo el camino
bajo nubes que se cierran, y el bosque en la montaña ya se adentra en mis
pasos. Llega tarde el viento… ¿Qué señal ha de llegarme del camino? Camino que
me lleva hacia lo incierto mientras subo con pasos presurosos y cautelosos.
Llega tarde el viento ahora que mi aliento ya no es tibio y vago entre lo
espeso de mis pasos.
ODISEO
Pobre
Odiseo,
finalmente
en casa,
y no está,
las
paredes volviéndose viento
y
el piso escarbando con sus raíces:
¿no
es que eran de agua los desvelos de antes?
Tantos
años para darse cuenta
que
su piel es como la tierra:
vulnerable,
como
estar para usarse públicamente,
y
colgando en las ventanas
una
fotografía de sus manos,
aquellas
manos de tejer y destejer.
Hoy
navegan el océano,
y
el pobre Odiseo es un espantapájaros de madera
cayendo
como grano en el cemento.
Y
recuerda el encanto en Circe,
Calipso:
el paraíso…
Pero
Ítaca es esto:
una
cama que espera,
vacía,
sin
las manos que tejen y destejen:
como
cualquier lugar de extraños y alas rotas,
con
el sol quemándole las carnes,
esperando
entre guijarros húmedos del mar que se la lleva.
Pobre
Odiseo,
sangrando
un lento lagrimeo eléctrico.
Ítaca
es navajas de afeitar,
Ítaca
es el ruido de las hojas secas rodando por el suelo seco,
Ítaca…
Y
se alejan esas manos más y más por el mar
y
Odiseo plantado en las esquinas de Ítaca:
punto muerto,
prendiendo las
farolas,
vagando en su
propia tierra ajena,
coleccionando
cantos con adioses,
pinchando
la memoria con un catálogo pueril de recuerdos,
y
un abierto y amplio camino de lágrimas
como
un tapiz de todo lo que falta.
Pobre
Odiseo,
si
por lo menos supiera tejer…
"Distancia" termina:
ResponderEliminarPor estos mares que en pudor se envician,
se aleja el cuerpo la distancia leve,
y nadie mira que el pulgar se mueve.
YA TENGO LA ILUSIÓN Y LA CAÍDA, I, así:
¡Quizás inútil sea!... ¡Quizá a veces
espero tanto el Alba de tus labios,
y ya en la espera se llegó el ocaso.
Mi amigo, ya está realizada la corrección, lamento el error, pero me excuso en el procesador de texto que movió los márgenes
EliminarMuchas gracias, Marcelo :)
ResponderEliminaresperaba mas respuestas pero me sirve de algo.
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